En unos días se cumplen cuatro años de lo que a mi juicio constituye el hecho más vergonzoso y aberrante del kirchnerato, en cuanto revela el grado de subestimación y desprecio que un régimen puede exhibir hacia la sociedad que dice representar. El día que la historia haga balance de la larga noche kirchnerista, sin dudas ha de reservar un lugar en el podio de los atropellos, a la falsificación de las estadísticas públicas. Esta excelente nota de Jacob Ryten -consultor de UN en Indices de Precios- que califica el hecho como "robo de la historia oficial de un país", hace justicia a la gravedad del delito, audacia cuya consumación, aunque parcial, sólo se permitió un sanguinario totalitarismo. Queda para la reflexión la preocupante y desalentadora indulgencia social frente al agravio. No se me ocurre imaginarme siquiera un mamarracho semejante, en alguna de las democracias de la vecindad, pero mucho menos verosímil aún, resultaría concebir, en ese hipotético caso, que el gobierno que lo perpetrase pudiera competir por su reelección. Tampoco resultaría imaginable en un país normal, un ministro, que por cinismo o por ignorancia, se burla de quienes son saqueados por la patología económica que se pretende ocultar con la mentira estadística, compitiendo por algún cargo electivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario