"EN TIEMPOS DE ENGAÑO GENERALIZADO, DECIR LA VERDAD ES UN ACTO REVOLUCIONARIO"

George Orwell

15 de agosto de 2013

El cinismo de Mercedes

No resulta novedoso. Ya fue señalado aqui y aquí .
Las vergonzosas declaraciones de ayer de la Presidente del Banco Central, revelan un inaceptable cinismo. Defendiendo el financiamiento monetario del gasto público, sin ruborizarse, sostuvo:

-"Éste es el destino de los fondos al Tesoro: educación, la Asignación Universal por Hijo. ¿Qué proponen? ¿Salir a tomar deuda, otra forma de financiamiento, pero más cara?"

Mercedes, lo que proponemos es que el gasto se financie genuinamente, y no con el impuesto inflacionario que impone la emisión descontrolada. 
Por cierto que para el Tesoro resulta una financiación gratuita...!!
Qué graciosa...!!!
Esos recursos, que alcanzan ya al 2,5% del PBI, los aportan fundamentalmente los asalariados y jubilados, a través de la pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos. 
Vos lo sabés perfectamente. No te hagás la boluda...!!!


10 de agosto de 2013

Buenos Aires, vida cotidiana y subsidios a granel

Ayer volví a casa en tren. Cuando intenté sacar boleto en Retiro (Mitre) -aclaro que por mi condición de fóbico anti-K no tengo SUBE, resignando a conciencia el beneficio económico que brinda- el boletero me dijo que como no tenía monedas para el cambio, podía viajar gratis sin problema, situación que se reitera a menudo.
Hoy subí a un bondi (59) y el colectivero me dijo que pasara sin pagar, porque el dispenser de boletos contra monedas no funcionaba.
Qué bueno.!!, me dije, y tratando de verificar si la epidemia de gratuidad era contagiosa intenté pagar dos pilas en el kiosko de enfrente de casa con cien pesos, pero la chica no me las entregó porque no tenía cambio. Como el otro día me había pasado lo mismo en un puesto de diarios, se me ocurrió que estas simples experiencias cotidianas nos entregan un magnífico ejemplo del delirante régimen económico imperante.
Resulta claro que aquellas actividades que se desenvuelven bajo las reglas del mercado, sólo resultan sostenibles en la medida que obtengan una retribución por el bien o el servicio que entregan. En cambio, las actividades subsidiadas irracionalmente, cuyo precio no resulta significativo en su ecuación económica, al extremo que puede prescindirse de su cobro, se financian mediante fondos públicos asignados discrecionalmente, sin ajuste a criterios de racionalidad, y ajenos por completo al más elemental sistema de incentivos que permita encuadrarlos en pautas de una mínima eficiencia.
Lo paradójico es la falta de conciencia social sobre el fenómeno. Es muy probable que las mismas personas que, sin advertirlo, pagaron mis viajes, no me hubieran dado las monedas necesarias si yo les hubiese pedido el dinero para hacerlo.