Es sintomático que cuando se empieza a blanquear el tema subsidios -apenas la punta del iceberg del escabroso tema de las tarifas públicas- estalle el escándalo de Aerolíneas Argentinas. Más allá de las verdaderas intenciones de Ricardo Cirielli, aliado y socio del gobierno hasta antes de ayer, y de los reparos que me merecen las críticas que hoy formulan quienes fueron cómplices pasivos de la aberrante reestatización, al amparo de un chauvinismo solventado por los contribuyentes, es positivo que el tema salga de las tinieblas y gane visibilidad. La
pobre argumentación del CEO (desprecio al principio de idoneidad, ignorancia de la ecuación económica básica de la industria, falaz fundamentación de la rentabilidad social, desmesurada ponderación de su equipo –calificó a
Kiciliof como el
mejor economista argentino ????- es una falta de respeto a una sociedad que le está pagando a razón de u$s 20 anuales per cápita, su curso acelerado de conducción de una compañía aérea.
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