PASION POR EL PROTECCIONISMO
Resulta sorprendente comprobar que con llamativa frecuencia los gobiernos generan políticas que imponen costos netos para la sociedad, y que, no obstante, esas políticas se mantienen a lo largo del tiempo a pesar de que puede facilmente verificarse que su aplicación es socialmente inútil, y que están disponibles mejores alternativas.
Un caso paradigmático es el extendido arraigo intelectual y social que exhiben en nuestro país las políticas proteccionistas. En momentos en que desde el gobierno se apela una vez más al rústico mecanismo de intentar cerrar la economía para dilatar, aunque sea por un rato, la indisimulable consecuencia de una tendencia divergente entre Exportaciones prácticamente constantes respecto del Producto desde 2003, frente a Importaciones que se han duplicado en esos términos desde entonces, convendrá tener presente algunas evidencias que desmitifican el santo grial del superávit comercial externo.
*Cada dólar de exceso de las importaciones sobre las exportaciones, por definición, agrega un dólar al flujo de capital que se incorpora a la economía, con la presumible probabilidad de aportar al crecimiento económico.
*Nuestra performance económica de las últimas cuatro décadas muestra con elocuencia, que mientras el producto per cápita en los últimos veinte años creció a una tasa anual acumulativa del 3,5 % (pese a la caída 1998/2002), entre 1971 y 1990, cayó al 0,8 %. No curiosamente, el ratio Importaciones-Producto muestra un modesto pero notorio punto de inflexión al alza en 1991.
*Mientras nuestro comercio exterior mostró un consistente déficit a lo largo de la demonizada década del ´90, la población ocupada creció en 1.934.000 personas (Fuente: INDEC)
*La vigencia de ese cerril proteccionismo, lejos de promover una robusta estructura imanufacturera, nos ha legado un sistema productivo industrial que se asienta en las gamas medias y bajas de las líneas de productos, en los rangos inferiores del contenido tecnológico de los procesos productivos, y en los tramos de menor complejidad y carácter estratégico de las funciones productivas de las firmas. En estas condiciones, el valor agregado local (directo e indirecto) tiende a ser reducido, lo que explica la pobre capacidad de apropiación de rentas en la cadena internacional de valor.
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