"EN TIEMPOS DE ENGAÑO GENERALIZADO, DECIR LA VERDAD ES UN ACTO REVOLUCIONARIO"

George Orwell

15 de julio de 2010

LEYENDAS URBANAS

En ocasión de ser convocado por la oposición, en relación con el proyecto que procura llevar los haberes mínimos jubilatorios a un nivel equivalente al 82% del Salario Mínimo, el ministro Boudou, ante el cuestionamiento de algunos legisladores, defendió con vehemencia en el Senado la cancelación total y anticipada de la deuda que manteníamos con el FMI, concretada por NK en Enero de 2006. Como podía esperarse, lo hizo apelando a la gastada fábula que nos habla de una decisión heroica, que nos liberó de las perversas condicionalidades del organismo.

Los hechos son, en rigor, bien distintos.  En 2004, vencido el acuerdo anterior, el gobierno nacional no aceptó las condiciones del FMI para firmar un nuevo acuerdo, decidiendo cancelar las obligaciones pendientes en los plazos originales, como lo hizo desde entonces hasta diciembre de 2005, momento en que dispuso la innecesaria y demagógica cancelación anticipada del total de la deuda remanente. En consecuencia, a esa fecha nuestro país no estaba sometido a ninguna condicionalidad del FMI, dado que el acuerdo estaba vencido, situación que tampoco se hubiera modificado si  hubiéramos continuado pagando los tramos pendientes, en los plazos convenidos oportunamente.
Resulta inocultable, a esta altura, la patética mediocridad de muchos de nuestros representantes, que no tienen capacidad de respuesta frente a los mas pueriles argumentos oficiales. 
La relación con el Fondo Monetario Internacional se remonta a 1956, año en que se produce nuestra incorporación al organismo, creado en 1944. Los hechos demuestran que, a lo largo de esos cuarenta y ocho años, Argentina incumplió sistemáticamente los 25 acuerdos firmados con el organismo, que perseveró infructuosamente, una y otra vez, en imponernos sus condicionalidades. Mal puede sostenerse, entonces, que nuestra decadencia deriva de la adopción de las políticas del Fondo, como repite machaconamente el catecismo oficial, ante el silencio cómplice de quienes se sienten así exculpados. Antes bien, podría inferirse que esos 25 intentos fallidos, dan cuenta de una  tenaz resistencia a seguir las recetas del Fondo, para poder desplegar sin ataduras, nuestra enfermiza pasión por el fracaso.

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