El inefable Juan Carlos de Pablo suele decir que el no se hizo liberal leyendo a Hayek y a von Mises, sino lidiando con nuestro Estado. Siempre pensé que la elevada propensión por el estatismo de nuestra sociedad que revelan los sondeos de opinión, merecería ser analizada alternativamente desde las patologías referidas vulgarmente como “Síndrome de Estocolmo” o “violencia de género”.
El gobierno se ufana del elevado nivel de recursos que se destina a la educación. Pero omite decir que mientras en 2002, por cada 100 niños que asistían a escuelas estatales había 25 en las privadas, ahora son 33 por cada 100 en las estatales (ver aquí) y que ese fenómeno se verifica en mayor proporción en la base de la pirámide de ingresos (ver aquí) .
Difícilmente pueda encontrarse un paradigma más acabado del fracaso estatal, que el sacrificio económico que deben hacer quienes menos tienen, para poder brindarle a sus hijos una educación de calidad satisfactoria, ante la degradación del servicio educativo que provee el Estado.
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