"EN TIEMPOS DE ENGAÑO GENERALIZADO, DECIR LA VERDAD ES UN ACTO REVOLUCIONARIO"

George Orwell

21 de septiembre de 2010

KIRCHNERISMO EXPLICITO


Los diarios de este fin de semana nos entregan claras señales que ratifican que la radicalizacion se confirma como la estrategia adoptada por el oficialismo para enfrentar su tan inocultable como creciente debilidad.

De esta nota se desprenden dos cosas:

a) Se confirma que en su repliegue, el gobierno ha decidido concentrar todas sus fuerzas en el conurbano, última ciudadela a defender a sangre y fuego, habiendo renunciado a reconquistar otros territorios y sectores sociales que considera irrecuperables, y 
b) Una mala lectura del resultado del 28J, lo impulsa a renovar la fe en la eficacia proselitista de la obra pública, pero esta vez intentando optimizar la rentabilidad electoral de cada erogación. Nótese que los sondeos encomendados a Carlos Fara no procuran racionalizar el gasto en términos de las necesidades sociales, sino indagar con precisión quirúrgica, que obra maximiza la ecuación "voto por peso gastado".
A este paso, no me sorprendería que algún iluminado estratega de campaña, estuviera fantaseando con un mágico instrumento vinculante, que permitiese comprometer la voluntad del votante.
La concepción mecanicista que inspira la estrategia, pone al desnudo la precariedad de la desvalorizante mirada que el poder reserva para los excluídos; los mismos que, paradójicamente, han dado sobradas muestras de su intuitiva capacidad para desenmascarar a los traficantes de pobres.


La otra manifestación corrió por cuenta del Secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, que en un brote de honestidad brutal, no titubeó en desnudar la frustración que produce en palacio, el desengaño con la Corte Suprema de Justicia, otrora bendecido ícono de la mejora institucional que pregona el kirchnerato. El descarnado, y casi soez, ..."nosotros la pusimos para otra cosa"... es sumamente revelador. Pone en claro el desencanto de un gobierno que conformó una Corte convencido de que la iba a poder someter, y ahora no tolera los límites propios de un estado de derecho.

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