El amanecer que dentro de poco más de catorce meses marcará el epílogo de la larga noche kirchnerista, ha de legarnos, entre multitud de experiencias lamentables, un envidiable catálogo de extravagancias orales, que la incontinencia verbal de nuestra presidenta se encarga de alimentar a diario. Decir que sus declaraciones sobre el último pronunciamiento del órgano rector de la magistratura nacional, acerca de la reposición del Procurador de la Provincia de Santa Cruz, Dr. Eduardo Sosa, constituyen su non plus ultra, sería desmerecer la enjundia con que intenta superarse a través de las catilinarias que nos regala cotidianamante. Claro que este delirio faraónico de autoconsagrarse como vértice de nuestra pirámide jurídica, dictando la inconstitucionalidad de un fallo de la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, establece un parangón muy exigente. La semiología está en deuda con CFK. La deconstrucción de su discurso representa un desafío que ha de ocupar a los especialistas por varias generaciones, en procura de explicar este bochornoso intervalo de nuestra historia.
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