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Es un clásico de los últimos stand ups del ciclo “Hola Cristina” la referencia inevitable
a la cancelación del Boden 2012 que se hará efectiva el próximo 3 de agosto.
Alrededor del tema, la estrategia comunicacional del gobierno está montando un circo que resulta francamente extravagante. Se intenta transformar en un hecho
épico lo que en cualquier país constituye una transacción usual, tal cual es honrar
los compromisos resultantes de los vencimientos de los títulos de la deuda pública.
Cristina Fernández reitera en todas sus presentaciones que “ellos” se han tenido que hacer cargo de cancelar un pasivo generado
por la pesificación. El recargado énfasis merece, al menos, un par de consideraciones:
1.-Los recursos con que se hace frente a los
vencimientos los aportamos “nosotros”
-los contribuyentes- y no "ellos".
2.-No constituye un hecho excepcional asumir los
compromisos contraídos por administraciones anteriores. Tal vez desconozca el
principio de la continuidad jurídica del Estado.
Mas allá de las objeciones a la retórica, lo realmente
grave es la falsedad contenida en la afirmación que los u$s 2.300 M que se
cancelarán el 3 de agosto constituyen una pesada herencia del 2001.
En rigor la emisión original del Boden 2012
dispuesta para compensar los efectos de la pesificación asimétrica en 2002 alcanzó
a u$s 11.770 M (Resol 81/2002 del Ministerio de Economía). Luego, por
resoluciones conjuntas posteriores de las Secretarías de Finanzas y de Hacienda,
ese importe inicial se amplió sucesivamente con emisiones que se colocaron íntegramente
-en opacas operaciones- al gobierno de Venezuela a costos estrafalarios, que
agregaron u$s 7.000 M adicionales, importe que puede verificarse accediendo al
Formulario 18-K correspondiente al 31.12.2010, presentado por Argentina ante la
SEC el 30.09.2011 (click aquí) pag. 159.
En consecuencia, la verdad es que el 3 de agosto,
juntamente con la pretendida “epopeya”
que supone dejar definitivamente atrás las consecuencias de la demonizada convertibilidad,
los ciudadanos argentinos estaremos cancelando los u$s 800 M aún pendientes de
aquella generosa ayuda del Tío Hugo que, entre otras cosas, nos dejó el recordado
presente del boliempresario Guido Alejandro Antonini Wilson.
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