En un reciente reportaje, Zygmunt
Bauman afirmaba que "hemos trasplantado unos patrones de comportamiento creados
para servir a las relaciones entre cliente y producto, a otros órdenes del
mundo". El concepto resulta adecuado para explicar una coyuntura donde el
consumo parece ser el centro de la política, dominada por un proyecto de poder
cuyo eje estratégico lo concibe como excluyente resorte de sustentabilidad.
No puede sorprender, entonces,
que la percepción del consumidor se constituya en una inestimable herramienta
de análisis político. En ese sentido, el Indice que elabora la Universidad
Torcuato di Tella entrega una valiosa información.
Si bien la serie permite
apreciar la evolución de la variable confianza, resulta ciertamente reveladora la fuerte correlación que evidencia cuando se la aparea con los resultados obtenidos por el oficialismo en las
últimas cuatro elecciones nacionales, lo que consagra al indicador como un
razonable predictor de su respaldo electoral.
Como lúcidamente señala Eduardo Fidanza "La importancia de la economía y la vacuidad de la política establecen
una relación paradójica. En última instancia, la política tiende a
declinar porque, desgraciadamente, no se ganan elecciones con ciudadanos
sino con consumidores."
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