Parece instalarse en distintas geografías una fuerte preocupación social por la corrupción. Dilma avanza en su cruzada, aún a riesgo de debilitar la coalición política que la sostiene. En la India, Anna Hazare, una suerte de "proto-Ghandi", convoca movilizaciones masivas . Y hasta en Colombia el tema empieza a ganar volumen.
Mientras tanto en "Cristilandia", la sociedad acaba de plebiscitar a un régimen caracterizado por haber protagonizado escabrosas escenas de corrupción explícita, y a degradar electoralmente a Elisa Carrió, quien más allá de sus errores políticos, constituye el paradigma de la denuncia y la condena a la corrupción.
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