En 1953, estalló una protesta obrera en la Alemania comunista. Los trabajadores se lanzaron a las calles y los tanques soviéticos se ocuparon de callarles la boca. Bertolt Brecht refiere burlonamente al episodio en su poema “La solución”, expresando:
“Después de la sublevación del 17 de Junio
La Secretaria de la Unión de Escritores
Hizo repartir folletos en la Stalinallee
Indicando que el pueblo
Había perdido la confianza del gobierno
Y podía ganarla de nuevo solamente
Con esfuerzos redoblados.
¿No sería más simple
En ese caso para el gobierno
disolver el pueblo
Y elegir otro?”.
No hay nada que exprese con más contundencia el inocultable daño que para el proyecto K significó la paliza del domingo, que la súbita iracundia contra la ciudadanía porteña que se ha apoderado de muchos de sus mentores y referentes. Del "anibalismo" al "sandrarusismo" no disimularon su desprecio a la voluntad popular, tal vez con nostalgia por aquella irónica propuesta del dramaturgo alemán.
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