Puede haber gente tan perversa, como para confundir un leal gesto de compinche con códigos, que te hace el aguante hasta el último minuto , con la inevitable reciprocidad que impondría un supuesto vínculo marroquinero, que la maledicencia popular atribuye a nuestra representación en el Fondo ?
Se complicará nuestra relación con el llamativamente complaciente FMI ?
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